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martes, 29 de diciembre de 2020

[ESP] Fuyan (Fanfiction)

 

Pensar en lo que los demás piensan es un comportamiento curioso, sin sentido y bastante común en los seres humanos. Desde una simple manera de matar el tiempo hasta un vicio adictivo derivado de la curiosidad nata del ser humano, sus razones son variadas y las circunstancias en las que sucede este pueden ser igual de variopintas. Lo que es cierto, si no se atina al pensamiento de aquella persona, todo ha sido una pérdida de tiempo.

 

No era el antro de más mala muerte de la ciudad, pero si era un reconocido lugar de perdición, una tapadera que una de las tríadas locales mantenía para sus actividades ilícitas en Fuyan. La música electrónica a un volumen bastante alto en conjunto con la baja iluminación alternada con los flashes de luces y láseres de colores rosa, verde y morado, propiciaban las condiciones perfectas para cualquier tipo de negocio, atraco o perversión. La peculiar construcción del edificio con efectos semejantes a una avanzada jaula de Faraday, la red cifrada interior –que tenía un costo, por supuesto- y la vista gorda de los matones de la triada siempre y cuando se pagara la cuota correspondiente, eran obviamente solo un plus. 

 


Cazadora

Salió de las cortinas de la pista al ritmo de la canción. Las luces, sus brazos, sus caderas y los sonidos  de la canción bailaban sensualmente en el escenario. Como todas las noches, dio una vista rápida a través de su mirada cubierta por el flequillo de cabellos negros.

 Un brazo arriba, un paso al frente, desliz hacia el tubo.

 Giro doble mediante sus piernas. La rutina estaba perfeccionada.

 Sus ojos buscaban la presa de esta noche. ¿Habría alguna persona con el suficiente dinero para acortar la deuda que le mantenía con la tríada?

 La voz de la cantante se detuvo junto con sus movimientos. El silencio cesó y dio paso al sonar de tambores rítmicos los cuales propiciaron movimientos que le fueron despojando de su ropa, prenda por prenda.

 La voz comenzó a cantar nuevamente y ella empezó a moverse por la pista. Paso a la derecha, quiebre de cadera, giro y paso izquierda. Antes de levantar la pierna y enredarla con el tubo,  sus brazos acariciaron provocativamente su cuerpo.

 Se quitó el guante de la mano derecha con los labios mientras arqueaba su espalda y, deslizándose hacia abajo, terminó su danza de cacería en un sensual Split, dando su mejor cara al público. Aplausos, chiflidos y varias vulgaridades sonaron en la pista y a través de su comlog. Se levantó arqueando la espalda y salió del escenario por donde había llegado.

 Sus reflexiones le indicaron que el hombre de la barra podría ser un buen objetivo: solo, varios tragos durante el baile. El típico cruce de miradas al quitarse el guante fue el primer colmillo. Seguro era un hombre que huía, pensó. ¿Una esposa infiel? ¿Un trabajo aburrido? Todo aquello era irrelevante, pensó que aquel hombre iba darle algo de pasta y eso, era lo único relevante. 

 

 

Fortuna

—Esta es mi noche— pensó Ma Yun.

Al comenzar la partida, había logrado ingresar un par de bolas lisas.

 Este hombre es del tipo que va por las lisas, pensó. Sin lugar a dudas es de ese tipo de hombres.

 Comenzó a jugar y en una buena racha logró ingresar otro par de bolas, hasta que finalmente erró el tiro. Su oponente tomó el taco sin mostrar una sola expresión, ni júbilo ni enojo, ni siquiera había  extrañeza en su rostro.

 Seguro está bluffeando, pensó Ma Yun. Sin lugar a dudas es mi noche.

 Ma Yun había ganado ya dos partidas seguidas, recuperando el dinero que había perdido ayer y que tanta falta le hacía para poder pagar la renta y algunos otros adeudos pendientes.

La primera vez que había ido, ganó sus partidas de billar. Ganó los suficientes Yuans como para darse una cena bastante fuera de su presupuesto habitual. Regresó una segunda vez y volvió a ganar, se sintió tan contento que pensó que este sería el inicio de una nueva –y exitosa- vida. Y aunque en verdad fue el inicio de una nueva vida, no fue lo que él había pensado. La tercera, la cuarta y las que le siguieron, no pudo ganar ni un mísero Yuan pero, para aquel entonces, ya se había hecho adicto al lugar. Comenzó a endeudarse y a convertirse en un habitual, siempre consumía varios especiales de la casa, una bebida de “frutas” de la zona. Jamás sospechó que le habían dejado ganar, que poco a poco le iban introduciendo una suave, sutil y casi imperceptible droga que le mantenía atado al “especial de la casa”. La cual además de generarle adicción, permeaba sus habilidades de concentración.

 Cuando su oponente acabó su turno, no había bolas rayadas en la mesa y por supuesto, tampoco estaba a la bola negra. Obviamente con la racha anterior, había apostado lo ganado en sus juegos anteriores por lo que había perdido todo lo que había ganado aquella tarde.

 Nada puede salir peor, pensó Ma Yun. Nada podría salir peor.

 

Instinto

— ¿Seguro que no quiere un especial de la casa? —Le dijo el hombre tras la barra—. El primero es cortesía.

Menuda cortesía el darte una bebida con droga, pensó el Agente Joaquín Kozlov.

—Prefiero continuar con el whiskey —contestó amablemente—, la verdad soy un hombre de costumbres.

 El hombre le sonrió amablemente y se acercó a la pareja del fondo de la barra para ver si necesitaban algo más.

 Estaba de encubierto en aquel lugar con la única misión de confirmar si uno de los traficantes de armas locales estaba en contacto con Svengali, aquella IA prófuga que daba dolores de cabeza a nómadas, yuchines y panoceánicos por igual. Si estuviera solo dando problemas a los enemigos nómadas, la persecución de Svengali sería un puro teatro, una farsa ante las cámaras de la O-12, pero aquella IA se metía con quien le daba la gana. Y aquello exasperaba un poco a Sarmiento, razón por la cual se encontraba ahí, en aquel antrillo.

 Su geist se encontraba revisando las fluctuaciones de la red, esperando encontrar algún indicio de que Svengali pudiera mandar alguno de sus esbirros al lugar pues era tan de poca monta que, seguramente él jamás estaría presente.

 

La bailarina que inauguró la pista le pareció verdaderamente sosa. Le faltaba encanto y talento, solamente ejecutaba una rutina, bastante bien aprendida sin duda, pero a final de cuentas era una simple rutina. Tras una Chimera, ya nada es lo mismo, pensó. Una Chimera y ya no recuerdo que tantas cosas más, pensó. Se rio para sus adentros. Le pareció que la mirada de ella cruzó con la suya pero él veía fijamente los datos que le mostraba su geist, no le dio importancia alguna.

Algo en él le decía que el contacto era el tipo que jugaba billar contra el pobre hombre de rostro pensativo. Por donde le vieras, la falta de expresión en aquel rostro indicaba que era un cuerpo modificado sino es que quizás un androide humanizado. El contacto perfecto de una IA, bastante obvio para quien conociera y a la vez bastante seguro. Un paso en falso llamaría la vista de las autoridades imperiales y lo único que tenía que hacer era ejecutar la rutina de autodestrucción.

Su geist le desplegué una serie de datos que le hicieron sonreír levemente. Mi instinto nunca falla, pensó. Bebió su trajo y se incorporó de la barra.

 

 

Ni la bailarina Kiko Wu, ni el oficinista sin suerte Ma Yuan, ni el agente Joaquín Kozlov habían tenido un remoto pensamiento relacionado a lo que en verdad pasaría, pues ni siquiera estaba en sus manos. En el momento en el que un misil voló por los aires aquel lugar, los tres –y todas las demás personas adentro- pensaban en cosas que no llegarían a suceder.

 La primera ofensiva del Ejército Combinado fue algo que jamás les pasó por la mente y que al final hizo que todos sus pensamientos de aquella tarde fuesen una pérdida de tiempo.

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"Un soldado Nómada no saluda, un soldado Nómada combate."
Juan Sarmiento, "el General Méxicano". Reuniones iniciales de orientación del Mando Coordinado de Paradiso. Orbital de O-12 Estrella Vespertina. Órbita cercana del planeta Paradiso. Primera Ofensiva.