El Teniente Rodriguez, parte del equipo de Wildcats asignado a defender la cubierta de control, estaba preparándose para tomar una bien merecida siesta cuando el sonido de la alarma retumbó nuevamente en su estrecha habitación, si es que se le podía llamar de esa manera a una cama, con un baño. Su comunicador estaba lleno de luces rojas y mensajes.
-Santa mierd...
-Teniente Rodriguez -una mensaje de voz se reprodujo automáticamente- le necesitamos de vuelta en la cubierta, tenemos unos visitantes indeseados y sin invitación.
-Déjame adivinar... -dijo el Teniente mientras se ajustaba nuevamente su casco, ya se había acostumbrado a dormirse con casi toda el equipo puesto-, ¿Una piernuda y agradable supervisora de Yu-Jing?
-No, tenemos una partida de búsqueda de Ariadna.
-¿Ariadna? Ah que diablos, ok. Voy en camino.
Mientras caminaba por los estrechos corredores, recordó las peleas en aquellos lejanos conflictos comerciales, cuando los Nómadas y los Haqquislamistas corrieron varios riesgos por ellos. En lo personal, recordó una de las misiones, la primera donde aún era un Alguacil. Su escuadra había sido mandada a defender, junto con los Kazaks, un asentamiento en las inmediaciones de Rodina. Donde unos soldados encubiertos de Panoceanía habían intentado crear problemas, una misión que jamás fue pública pero que le valió su ascenso al escuadrón de Wildcats.
Tras dar la vuelta en el corredor y enviar unos mensajes a su equipo con el punto de reunión, decidió dejar de pensar en el pasado. "El pasado está en el pasado y nada más", le había dicho su padre cuando apenas entraba a los equipos verdes de corregidor, "no pienses en él pero tampoco lo olvides". Que sabias palabras le parecían ahora, más aún cuando ya se encontraba tan cerca de su jubilación.
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